martes, 21 de julio de 2009


Durante la gestación, se ven aumentadas las necesidades de nutrientes y energía, por lo que aparecen carencias.

Entre los minerales y vitaminas con mayor riesgo de carencia se encuentran:

De calcio. Este mineral el principal componente de los tejidos óseos y dentales, además de ser un elemento activador de múltiples operaciones bioquímicas que permiten el buen funcionamiento del sistema nervioso, la coagulación de la sangre, la contracción muscular y los movimientos del corazón.Durante el embarazo, las necesidades de calcio se ven incrementadas ya que el esqueleto del feto ha de mineralizarse. La mujer embarazada requiere 1.200 miligramos aproximadamente para evitar su propia descalcificación, llegando incluso a cantidades de entre 1.600 y 2.000 miligramos diarios en las embarazadas gemelares.

De hierro. Se trata de un mineral básico para todo el mundo, pero sobretodo para la mujer embarazada que ve duplicadas sus necesidades.Durante la gestación la madre acumula hierro para poder hacer frente a la pérdida de sangre que tendrá lugar durante el parto y el bebé también acumular reservas que irá utilizando durante los 9 meses de crecimiento en el interior de su madre y en los primeros meses de vida.La carencia de este mineral está ligada a graves riesgos tanto para la madre (anemia ferropénica durante el embarazo acompañada de fatiga y anemia ferropénica asociada al posparto por la pérdida de sangre) como para el niño (fragilidad durante su vida fetal, nacimiento prematuro, bajo peso al nacer y anemia, fragilidad y aumento del índice de mortalidad en los primeros días de vida).

De yodo. Las necesidades diarias de yodo van variando a lo largo de la vida y se duplican durante la etapa del embarazo y de la lactancia. Cualquier carencia grave de yodo en la alimentación de la embaraza da lugar a efectos negativos e irreversibles en el desarrollo cerebral del bebé, siendo la principal causa de retraso mental y físico (cretinismo) y parálisis cerebral evitable en el mundo.Su carencia provoca trastornos que se deben a la producción insuficiente de tiroxina e incluyen el bocio endémico a todas las edades y el incremento de los abortos, de las malformaciones congénitas, de los trastornos de la deglución y respiratorios, de las alteraciones neurológicas, de la sordera, del hipotiroidismo, de la mortalidad fetal y de la disminución en el intelecto intelectual del niño de hasta 10 puntos.

De zinc. Es un mineral de enorme importancia ya que interviene a todos los niveles en el funcionamiento de los genes que contienen la información de las células.Su carencia provoca lesiones en la piel (piel seca), retraso en la cicatrización de las heridas, caída de cabello, uñas quebradizas, hipogonadismo (disminución o ausencia de secreción de las hormonas gonadales (glándulas sexuales)) y mayor frecuencia de complicaciones en la gestación y riesgo de tener bebés prematuros.

De magnesio. Este mineral participa en el metabolismo de los azúcares, de las grasas y de las proteínas, interviene en el equilibrio ácido-base, en la formación de huesos, en la actividad cerebral y en las defensas inmunitarias.Las necesidades de este mineral se ven aumentadas durante el embarazo. Un aporte adecuado en esta etapa disminuye la frecuencia de las complicaciones del embarazo (la eclampsia) y del parto (distocias) además de reducir el riesgo de nacimientos prematuros.

De vitamina A. Se trata de una vitamina indispensable para el crecimiento y desarrollo de todos los tejidos y el buen mantenimiento de las mucosas, los epitelios y la piel.Tiene una función esencial en los procesos inmunológicos, en los procesos de reproducción y en el mantenimiento de la visión.Un consumo insuficiente puede aumentar el riesgo de abortos espontáneos, malformaciones congénitas, trastornos en la vista y ceguera e infecciones microbianas.

De ácido fólico. El ácido fólico desempeña un papel fundamental a varios niveles: interviene en la formación de células sanguíneas (glóbulos rojos) y participa en la síntesis de los ácidos nucleicos (ADN, ARN), las proteínas, la metionina y de neurotransmisores como la adrenalina, la dopamina y la noradrenalina.La carencia en el embarazo tiene consecuencias nefastas tanto para la madre (anemia, hemorragias, abortos y partos prematuros) como para el bebé (malformaciones en el tubo neuronal del feto (espina bífida), bajo peso al nacer, nacimiento prematuro y fragilidad durante los primeros días de vida).

De vitamina B12. La vitamina B12 se complementa con la vitamina B9 y es imprescindible para su buen funcionamiento. Interviene en la formación de glóbulos rojos sanguíneos, en la secreción de anticuerpos, en la síntesis de ADN y metionina y en la integridad del sistema nervioso.Una ingesta carencial provoca la aparición de anemia megaloblástica, afecciones en la piel y mucosas y trastornos de tipo neurológicos.

De vitamina C. La vitamina C actúa como antioxidante, participa en el mecanismo de la defensa inmunitaria, estimula la síntesis de colágeno aumentando la resistencia de los tejidos (piel, cartílagos, ligamentos, paredes de los vasos sanguíneos, dientes y huesos), favorece la síntesis hepática de la carnitina y participa en la síntesis de algunos neurotransmisores (noradrenalina).Durante el embarazo es necesaria para prevenir la aparición de infecciones, mantener la integridad de las membranas placentarias, mantener un buen crecimiento y reparación de las células de los tejidos, encías, vasos sanguíneos, huesos y dientes, tanto de la madre como del bebé y disminuir el riesgo de partos prematuros.

De vitamina D. La vitamina D está implicada en un amplio número de procesos endocrinos y metabólicos, siendo uno de los más importantes la regulación del metabolismo del calcio y del fósforo (permite la fijación del calcio en los huesos). También interviene en el transporte del calcio hacia el feto, en la diferenciación de los glóbulos blancos, en el control de la síntesis de insulina por el páncreas y en la concentración del calcio en la leche materna.La mujer embarazada que no cubre sus necesidades tiene más riesgo de no aumentar el peso suficiente que requiere la gestación y su leche materna puede ser pobre en calcio y vitamina D.El feto a su vez, puede sufrir retraso en su crecimiento y en la formación de sus huesos, padecer raquitismo congénito, anomalías en el esmalte dental y la aparición de convulsiones.

De vitamina E. La vitamina E atraviesa con dificultad la placenta de la madre por lo que los bebés pueden nacer con los niveles sanguíneos de esta vitamina muy bajos, en especial los que son prematuros. Esta situación favorece la ruptura de glóbulos rojos y la ictericia (ojos y piel amarillos) tras el nacimiento cuando los glóbulos rojos se exponen bruscamente a aporte directo del oxígeno por los pulmones.

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